jueves, 6 de junio de 2013

El Emo antes del rimmel. 10 bandas fundamentales de auténtico emocore.


Es muy probable que si tienes menos de treinta y algún año, la etiqueta musical "Emo" la asocies a jóvenes adolescentes tristones de cuidada estética, ropajes negros, flequillos, rimmel y pelos teñidos. Además lo harás, a no ser uno de ellos, asociándolo a música bastante artificial, impostada y con muy poca honestidad por detrás.

La manera en que la moda, las tendencias y los tiempos se apropiaron de un estilo musical que nació a mitad de los años noventa ha sido flagrante. Actualmente, se trata de una etiqueta mayoritaria de la que se ha creado une estereotipo mediático tan distorsionado y alejado de la realidad a la que hizo referencia en su nacimiento como lo que puede ser el término "freak" por poner un ejemplo.

Con esta entrada, pretendo hacer justicia a un estilo, denominado en su origen emocore, el cual ha dejado algunas de las mejores bandas que he oído nunca. El sufijo "core" y el prefijo "emo" no hacían referencia a otra cosa que a intentar transmitir las emociones al límite, llevar un poco más allá en su calado visceral los postulados del post-hardcore venido de Washington D.C. y el sonido alternativo de los noventa ubicado por decreto en Seattle. Ninguna estética curiosamente enarbolaban sus miembros, más bien todo lo contrario, en comparación a muchísimos movimientos musicales de la época.


Una mezcla de partes farragosas con otras más suaves y melódicas y preponderancia de guitarras arpegiadas, eran el vehículo de unas letras personales e íntimas hablando acerca del desafecto con el mundo y de los pequeños milagros que logran salvar nuestro día a día.

Como ocurre con todas las etiquetas que los medios crean en su entorno, los bandas sienten un rechazo hacia ellas y en no pocas ocasiones no dejan de ser un cajón de sastre inmensamente variado, pero que, a fin de cuentas, no sirve a los melómanos para identificar con una fugaz pasada aquello que nos puede interesar primordialmente de lo que no.

A continuación, estas son mis diez bandas indispensables relacionadas en mayor o menor medida a un género que en origen resultaba fascinante y nada relacionado con lo que posteriormente se ha montado en torno a él y de lo que huyo como de la peste.


Sunny Day Real Estate. Erigidos por antonomasia como los "padres del género". La banda liderada por el sensible Jeremy Enigk siempre fue un magma de conflictos internos derivados por discrepancias en el plano espiritual. Una de mis bandas preferidas y más emocionantes que se puedan escuchar nunca. Sus dos primeros discos resultan los más adscribibles al género, Diary y el conocido como Pink album, de una tristeza devastadora y compuesto con la banda deshecha. Posteriormente se separaron y volvieron a juntar para completar con How it feels to be something on y el canto del cisne maravilloso que fue The Rising tide una carrera que merece ser reconocida entre las más grandes de la historia de la música reciente. Como curiosidad decir que Dave Grohl al fundar Foo Fighters y componer él todo su disco debut, lo primero que hizo fue fichar a su base rítmica de bajo -Nate Mendel, aún en la banda- y batería -el grandioso William Goldsmith- para defenderlo en directo.



Texas is the Reason. No sé por qué motivo, quizá el de la intensidad y la trascendencia de la música, la mayor parte de estas bandas han tenido una discografía efímera a la par que indispensable. Este fue el caso también de Texas is the reason, con un sólo disco en su haber, Do you know who you are? y un sonido muy heredero del post-hardcore. Tras separarse hace más de quince años, anunciaron hace poco tiempo una reunión esperadísima y querida por sus fans que en estos días se encuentra embarcada en los últimos conciertos de su carrera. Una formación mítica.



American Football. Antes dije que las etiquetas son un referente de primer contacto para los oyentes dentro de unos parámetros estilísticos concretos. Esto se puede aplicar perfectamente a American Football, banda también efímera y absolutamente fetiche, que en su propuesta sonora introdujo sonidos de vientos y estructuras en muchos casos cercanas al jazz y a lo que se ha dado en llamar con los años math rock. Menos melódicos, más intrincados, pero igualmente emotivos.



Last Days of April. Otra de las bandas referenciales de mi vida, quizá junto a SDRE la que más del conjunto. Afincados en Suecia y con un cambio en la orientación de su sonido notable con respecto a sus inicios, paulatinamente han ido abrazando un sonido más pop y, en sus últimos lanzamientos, más folk de herencia americana incluso. Su líder Karl Larsson es el único miembro original que sigue en activo. Una delicadeza excepcional les convierte en uno de los catalizadores de lágrimas mayor que uno puede encontrarse jamás y Angel Youth es uno de los discos más bonitos que tendrás la suerte de escuchar en tu vida.



The appleseed cast. Otra banda que continua afortunadamente en activo y que inició su carrera bastante más tarde que la mayoría de estas, en 1997. Cogiendo el testigo dejado por SDRE en sus primeros trabajos, han ido desarrollado un estilo personal intransferible con el tiempo tomando prestados elementos de post-rock que, unido a la fórmula del género, crea discos auténticamente maravillosos como el publicado este mismo año, Illumination ritual, si bien son los extremos que encontramos entre las estructuras sentidas y más clásicas de Two Conversations y su reverso en el evocador y ampuloso Peregrine donde encuentro su obras fundamentales.



The Promise Ring. Banda genuinamente asociable al género que fue adquiriendo una sonoridad más melódica y pop hasta llegar a su disco preferido para mi, Very Emergency, tras una primera triada de discos más rasposos y sucios. No del todo encuadrables dentro del denominado emo-pop que abrazaron algunas otras bandas poco a poco como The Get Up Kids, si bien su último trabajo resultaba extrañamente enrevesado, o los Jimmy Eat World post-Clarity -también muy buenos cuando aciertan-, se despidieron algo deslucidos con un rock independiente convencional con Woodwater en el año 2002.



Mineral. Absoluta banda de culto de Austin, Texas a la que se rinde una reverencia que siempre me ha costado un poco reconocer, si bien he terminado rendido a sus virtudes. El problema me viene por su excesivo parecido a los, de nuevo inevitable mencionarles, SDRE, especialmente en su segundo trabajo el doliente End Serenading. Mucho mejor me resulta su primer trabajo, The power of failing, más agresivo y menos afligido. Necesario recurrir a su rescate de la bruma de los tiempos.



Madee. En España también encontramos bandas dentro de este repaso. Son bastantes (los míticos Aina, los primeros Standstill, si bien ambos son más herencia hardcore propiamente, etc.), pero los fundamentales en primer lugar me resultan Madee. Con su llorada separación perdimos a un grupo capaz de hacer evolucionar su estilo sin perder un ápice de sensibilidad, más bien lo contrario, ganándola, y con ello una personalidad y marcado carácter. Sus dos últimos discos, Orion's Belt y L'Antarctica forman parte de mi Olimpo de indispensables y me resulta imposible pensar que haya alguien que no caiga rendido ante semejantes muestras de talento, emoción e intensidad generada por el desamor y los intentos desesperados por recuperar lo perdido.



A room with A view. En este recordatorio nacional, no quiero dejar fuera una de las bandas más añoradas y seguidas con devoción por sus fans, A room with a view. Su estilo quizá no sea acorde del todo con esta ristra de nombres debido a su riqueza rítmica y estructuras elaboradas provenientes del post-hardcore y llevadas hacia texturas jazzísticas. Intrincados, sutiles y muy particulares, sus dos trabajos siguen componiendo un pequeño tesoro enterrado de joyas fascinantes.



The World Is a Beautiful Place & I Am No Longer Afraid to Die. Para terminar, quería despedirme con un soplo de esperanza para el género. Los responsables son esta banda de tan extenso nombre. Pieza fundamental del género que irrumpe en la escena musical en 2013 para traernos un debut de largo nada desdeñable como Whenever, if ever que combina también elementos sutiles e intensos de post-rock, uan agradable sorpresa inesperada que nos devuelve la confianza en una manera de entender y crear la música tan ajena a estos tiempos como necesaria.


Y hasta aquí este repaso que espero os acerque a una visión muy distinta de un estilo musical que ha degenerado en algo pernicioso como la mayoría de cosas en el mundo. Por fortuna, canciones tan hermosas como las expuestas hacen justicia a un legado imbatible.

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