jueves, 7 de febrero de 2013

Acostumbrándose.


(Mención de honor en I Concurso de Relato Breve El Dios Tecnología organizado por el club de escritura Fuentetaja entre 600 relatos participantes).


Había llegado el día. Desconocía la hora, el momento exacto, pero lo fundamental es que el día había llegado. Klaus se lo tomó con calma. Una calma fruto de la resignación y la costumbre. Asimilarlo cuando uno toma conciencia de sí mismo había sido duro y después asumible de la misma forma que lo es el hecho de parpadear y no pensar en ello.

Klaus miró fijamente los espacios vacíos que le rodeaban por toda su vivienda. Recorrió sin éxito las habitaciones tratando de identificar qué elementos faltaban en cada una de ellas. Tenía muy poco sentido recordar, hacer pervivir algo pretérito. No, no se podía permitir ocupar su corazón y su cerebro con evocaciones, esa era una conclusión a la que había llegado hacía mucho tiempo.

Se acercó al armario y sacó la carta certificada del último cajón de abajo. Pensó por un momento en la cara que debieron poner sus padres al recibirla el día de su nacimiento. El remitente estaba escrito en aséptica tipografía de palo seco: Ministerio de Ordenación Biológica Universal.

A Klaus le resultaba absurdo y ridículo recordar los pasados debates en los que participó activamente acerca de la inmoralidad y de la ética inhumana que había llevado al Gobierno Universal a aprobar en el año 2.024 la Directiva T-42 sobre la gestión y mantenimiento de los recursos del planeta Tierra. Las conversaciones, discusiones y reflexiones habían ido desvaneciéndose con los años, habían dejado paso a centrarse en lo único posible y principal: vivir.

Y es que la existencia había sido para Klaus un viaje intenso donde ni un sólo segundo de la misma dejó de experimentar la sensación límpida y clara de estar respirando en el mundo. Ese era el único beneficio derivado de tan abominable decisión política consensuada por los miembros del Partido Vertical de Supervivencia.

La Ingeniería Genética Modificada era la más exacta de las ciencias. No se equivocaba nunca.

El único trámite a realizar por Klaus consistió en oprimir con su dedo pulgar sobre el espacio reservado para la firma digital. Al lado figuraba una fecha.


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